Wednesday, January 10, 2007

Schlomo y el señor Narrow

Buenos Aires, 9 de enero de 2007

Sres. Reyes Magos:

Me dirijo a Uds., por intermedio del señor Salomón, con el fin de hacer un pedido un tanto particular. Mi hijo, Qponm, no ha podido dejar los zapatos el día que Uds. suelen pasar todos los años, por razones de índole familiar, y nos encontramos frente al siguiente problema, se resiste a que desarmemos el árbol hasta que Uds. pasen. Tengan en cuenta, por un lado, que el niño aún tiene tres años y no tiene una idea muy precisa del calendario y, por otro, que de no concurrir Uds. por su casa nos veríamos obligados a tener armado el árbol hasta el año que viene con los obvios perjuicios que eso acarrearía a nuestra reputación. La gente se fija en esas cosas, y no quisiera negarle a mi hijo las visitas u obligarlo a desarmar el árbol sin que el ritual de su pasada se haya realizado.
Espero tengan en cuenta que ningún integrante de mi familia ha vuelto a tener problemas con Uds.

Agradeciéndoles desde ya, saluda atte,

Nanook


Esta es la carta que tendría que haberle escrito a los reyes magos el día en que Qponm me planteó el dilema. Su contestación había sido tan terminante que no me animé a contradecirlo sabiendo, incluso, que tenia razón. Así que después de meditarlo un rato me dirigí a lo de Salomón (Schlomo, en el barrio) para ver si él podía encontrar la famosa cueva de piratas que el gurrumín había visto unos días antes y que se había vendido.
Schlomo me dio su palabra, por lo menos tres veces, de que movió cielo y tierra buscando Saga of Pirates (así se llamaba en juguete en cuestión) por todo once y sus aledaños mientras yo hablaba seriamente con Qponm. Era hora de ponerlo al tanto de los pasados conflictos de mi familia con los Reyes.
Hubo dos años en los que mi hermano libro una batalla, en la que perdía estrepitosamente y que amenazó con tener una escala de proporciones desmesuradas antes de, finalmente, detenerse. El primer año, mi hermano dejó sus zapatillas junto con las de su hijo, con la estúpida ilusión de ligar algo. No solo no ligó nada sino que descubrió que a la mañana siguiente a su zapatilla le faltaba un pedazo del tamaño de la boca de una camello. Pedazo que constituía casi la mitad de la zapatilla. De una de las zapatillas que había usado hasta la noche anterior.
Al año siguiente decidió que de ninguna manera iba a pasar reyes solo con su hijo sino que se trasladó hasta la casa de mis padres, en la costa, donde estaban alojados también, una hermana con su marido y sus tres hijas. A la mañana siguiente amanecieron los hombres vestidos con los camisones de la mujeres y éstas con los pijamas de los hombres. La cara de los chicos en las fotos era de diversión absoluta, pero no recuerdo que mi hermano haya tenido un gesto mas furioso que ese en su vida. Yo ya empezaba a temer que al año siguiente los esperara armado durante toda la noche. Se sabe que pasa con la gente que toma esas actitudes y ya veía a mi hermano convertido en una tostadora eléctrica o algún otro objeto absurdo por el estilo. No se pelea así nomás contra gente que posee el don de la magia.
No paso mas nada. Pero al momento de sentarme a escribir se me cruzó por la cabeza la idea de que los Reyes Magos podían reconocer mi apellido, recordar esos episodios y, sabiendo lo impredecibles que pueden ser, burlarse de mi perjudicando indirectamente a Qponm. Por eso agregué el parrafo.
En fin, era un riesgo que había que correr. Se lo puse en claro al niño para que, en el caso de encontrarse con algún tipo de sorpresa, supiera por que lado venía. También le hable de Schlomo y de su contactos con los Reyes y del tiempo que había pasado entre el día que habían venido para los otros chicos y que este era un pedido especial y.... . Igualmente juntamos pasto, pusimos agua y nos dormimos temprano.

Yo me desperté mas temprano, pero no me atreví a mirar. Me pasaba cuando era chico también. Cuando Qponm se despertó y vió todo el pasto desordenado y el tacho de agua dado vuelta pensó que el perro había hecho uno de sus clásicos desastres y que los camellos no habían podido comer y se puso a ordenar el pasto de nuevo hasta que descubrió el regalo. Tantas habían sido mis recomendaciones que temió lo peor. El mediodía nos sorprendió gritando:
- Sr. Narrow!
- Si, capitán!
Mientras llevabamos tesoros entre la cueva y el barco una y otra vez.


Hubo solo un pequeño problema. En la cabeza de Qponm el pasto desparramado y el que originalmente habíamos puesto es para él la misma cantidad. Sospecho que sigue creyendo que los camellos no comieron el pasto y se pregunta, para sí, por qué

5 comments:

Alex said...

absolutamente fantástico

Anonymous said...

chuicks

Nanook said...

Alex: En que sentido me lo dice?

Celia: Me hace ruborizar

Anonymous said...

una anecdota:
mas de una vez he desarmado el arbolito navideño (el que armaba en la casa de grannie) bien entrado el invierno, sin efectos colaterales...
Es más, quedaba de lo mas lindo, se extraño esos meses guardados.

saludos

Nanook said...

P.: Eso le pasa por no creer en los reyes magos.